Tuesday, January 15, 2008

La poesía es lo único que me va a sobrevivir - Perú 21

El diario Peru 21 le hace una entrevista a la poeta Marcela Robles.



Adoro a Marcela Robles. Es mi poeta favorita. En este juicio, como en la poesía, priman mis emociones. Ella me enseñó a escribir y le pido perdón por ser un pésimo alumno. Pero en lo que sí he sido su estudiante más aplicado es en el amor por los versos que queman -como los suyos-, esos que te conducen hacia la ferocidad de un encuentro donde la sangre y el dolor saben a vino. Por ello, celebramos la aparición de HighWay (Editora Mesa Redonda), un viaje en carretera que hubiésemos deseado vivir.


¿La luna, la noche, la mujer y Marcela Robles son una sola?
En ese poema ('Convertible'), sí.


¿Tienes una atracción por la luna, por la noche?
Hace poco se ha elegido a la palabra más bella del mundo: Yakamoz, un vocablo turco que significa: "el reflejo de la luna sobre el agua". Me emocionó mucho saber que tiene que ver con una constante en toda mi poesía. La luna y el agua siempre transcurren en mis poemas.


HighWay es un viaje interior que quema, ¿no es cierto?
Tú lo has dicho (sonríe). Me temo que no puedo agregar nada más.


¿Por qué convertir ese fuego interno en poesía?
Escribo porque no me queda más remedio. La poesía es una adicción más fuerte que yo y no la puedo evitar. Además, la poesía es mi única heredera universal. Es lo único que me va a sobrevivir. Si de alguna manera trascendiera, sería a través de la palabra.

¿La poesía es, necesariamente, autobiográfica?
No.


¿Cuánto hay de Marcela Robles en sus poemas?
El 99.99% (y se carcajea adorablemente). Sin embargo, yo no hablaría de una autobiografía. En mi caso es una escenificación, o puesta en escena, de hechos que me han ocurrido. La autobiografía es testimonial, racional. En mis poemas no solo hay memoria y razón. La poesía quema, más aún si eres una persona frágil, si no tienes una coraza, tan necesaria en estos tiempos. Escribir poemas significa una sobreexposición que te sitúa en una situación muy vulnerable.


Cito uno de tus versos: "No se pueden reproducir las emociones". Si esto es cierto, ¿de qué trata la poesía?
La poesía trata de hacerte cómplice del lenguaje para poder nombrar las cosas, incluso las más triviales, cotidianas y sencillas, de una manera tal que no te lleven a un camino cerrado. Si esto sucede sería una performance autocomplaciente, masturbatoria; agradable, sin duda, pero sin trascendencia. Uno escribe para remontar el lenguaje y lograr que las emociones no terminen en ese camino cerrado. Además, no se trata solamente de reproducir 'tus' emociones, sino de crear en el lector las suyas propias, porque la escritura es una aventura de a dos.


Es decir, escribes siempre para otros.
Escribo para el lector ideal, aquel que siente que le estoy hablando al oído.


Tus versos son susurros y gritos.
Sí, hay bastantes gritos. Claro, allí me alejo del lector, para no perturbarlo mucho (y vuelve su risa). Mis versos son una catarsis. HighWay es un viaje con un espejo retrovisor en el bolso.


¿Por qué esta decisión de mirar por el espejo retrovisor?
Lo he hecho en este caso, pero, últimamente, y a partir de este libro, el futuro ha pasado a un segundo plano, en términos vivenciales y literarios. Es decir, veo el camino más cercano al presente, a lo inmediato, a lo que está en la esquina, al día por día. No pienso en lo que está a la vuelta, en lo que pasará la próxima semana, en lo que estará al final del camino. Solo hago planes para el día, para la siguiente hora. Jerzy Kosinski, en su novela Desde el jardín, escribió: "La vida es un estado de la mente". En este momento, mi 'state of mind' es ese.

Sunday, January 13, 2008

Marcela Robles - Diario Correo

El día de hoy se publica en el Diario Correo una entrevista hecha por Carlos Sotomayor a Marcela Robles con relación a su poemario, HighWay (foto: Diario Correo).

Marcela Robles posee una obra poética reconocida por la crítica y el público. Luego de algunos años de silencio, nos vuelve a sorprender con High way (Mesa redonda editores, 2007), un poemario en el que la poeta, a diferencia de sus libros anteriores, asume mayores riesgos.

Correo: Tengo entendido que de cada libro te queda un poema que luego da origen al siguiente libro…
Marcela Robles: Es cierto, es una especie de señal. Pero en este caso, el poema más antiguo tiene casi nueve años y no fue precisamente ése el que dio origen al libro. En este caso simplemente fue una cosa muy anecdótica: empecé a escribir y a escribir. Hasta que me di cuenta que tenía un grupo de poemas que podía convertirse en un libro. Es decir, que tenían una estructura que iba a alguna parte. Y esa estructura era la carretera, el viaje, la reconstrucción de los hechos.

C: La carretera como una metáfora de la vida…
MR: No sé si es una metáfora de la vida en este caso, porque creo que hay una diferencia entre la metáfora de “la” vida y la metáfora de “mi” vida. Creo que como es un libro tan personal, yo diría que es más relacionado con escenificaciones, en el caso de los poemas, de pasajes de mi vida que van más allá del testimonio. Siempre la poesía se convierte en otra cosa, no es un testimonio.
C: Y a pesar de ser tan personal lograr que el lector se sienta identificado…
MR: Claro, y uno escribe para eso, uno escribe para el lector ideal, aunque sea uno, que se te acerca y te dice: “tu libro me ha emocionado. El día de la presentación se me acercó una chica y me dijo algo que me dejó conmocionada. Me dijo: yo estaba de viaje, deprimida, sola, y se me ocurrió abrir tu libro y me cambió el estado de ánimo y me hizo sentir tan bien, porque me sentí identificada con lo que me decías”. Sintió que yo le estaba hablando a ella. Me pareció pajísima.

C: ¿Cómo es tu proceso creativo?
MR: Esquizofrénico… (risas). Creo profundamente en la inspiración, que creo es una bruja ladina y sabia que se aparece y se larga cuando se le da la gana, y te deja plantada. Pero sí creo que debe aparecer al menos para que yo pueda escribir. No puedo sentarme a escribir un poema sin sentir por lo menos que anda suelta la inspiración o algo que se le parezca. A partir de allí puedo sentarme y escribir aunque sea una palabra o un verso y seguir, y chapucear con las palabras hasta que vaya apareciendo algo o finalmente decidir tirarlo al cesto de la basura.

C: ¿Escribes a mano?
MR: Antes escribía mucho a mano. Después pasé a la computadora y no podía escribir nada si no era en la computadora. Ahora he vuelto a mi block y escribo a mano y con tinta líquida. Y mucho con lápiz. He vuelto al block escolar y a mi lápiz.

C: ¿Cuánto queda de aquella primera versión del poema? ¿Eres obsesiva de la corrección?
MR: Hay pequeños milagros que son poco frecuentes en que escribes el poema de un tirón. Y queda, digamos, casi perfecto, casi listo; y se hacen sólo pequeñas correcciones. Generalmente, como dijo muy bien Lucho la Hoz en la presentación, soy una tenaz trabajadora de la palabra. No tanto por buscar la perfección, porque creo que un poema demasiado pulido y trabajado pierde brillo. No me importa que el poema sea formalmente imperfecto, pero sí me importa lograr que diga lo que yo quiero decir. En ese sentido siempre estoy tratando de buscar una mejor palabra para que sea “la” palabra que debe estar en el poema. Por eso a veces del poema original no queda más que un verso.

C: ¿Cómo ubicarías este libro dentro de tu corpus poético?
MR: Estoy muy orgullosa de mi libro. Primero, porque he trabajado mucho, poéticamente, profesionalmente hablando. Y lo veo ahora aquí publicado en las librerías. No puedo ser objetiva, no puedo separarme de mi libro todavía, pero en mi visión, he logrado hacer ciertas innovaciones respecto de mis libros anteriores. Creo que es un libro más seguro de sí mismo. Creo que aquí no he tenido miedo de quizás romper algunas reglas en cuanto a la sintaxis, en cuanto a la falta de puntuación y arriesgarme un poco en ese sentido.

C: ¿Cómo ves la poesía última?
MR: He leído especialmente poesía escrita por poetas mujeres últimas, jóvenes, muy talentosas, como Andrea Cabel y Victoria Guerrero. Justamente me preguntaban el otro día en una entrevista: “¿Tú crees que deberían olvidarse ya algunos temas las poetas de la nueva generación y pasar a otros temas? Y yo lo que respondí es que sería muy tonto de mi parte decir eso, porque en realidad todos los temas ya fueron dichos. Y la cuestión es reinventar el lenguaje, romper todas las reglas y volver a inventarlas. Es encontrar nuevas formas de decir todo lo que ya se dijo. Y decir lo propio. Me alegra mucho que haya esta nueva generación de poetas talentosas que digan lo que les de la gana. Y espero que lo sigan diciendo tan bien como hasta ahora.

Tuesday, January 08, 2008

El jubílo de la melancolía — HighWay, Marcela Robles

En el suplemento cultural El Dominical, aparece una excelente entrevista hecha por Enrique Sánchez Hernani a Marcela Robles con motivo de la reciente publicación de su poemario HighWay (Mesa Redonda, 2007). Una entrevista imperdible.


Una conversación con Marcela Robles

Con la publicación de su más reciente volumen de poesía, HighWay (Mesa Redonda, 2007), Marcela Robles ha dado a luz el que quizá sea uno de sus libros más logrados, no solo por su estilo refinado sino por esa dulce melancolía que lo circunda. A propósito de tal aparición conversamos con la escritora, quien en todo momento exhibió su vitalidad, su pulcra ironía y su gran pasión por asumir la vida con desbordante y contagioso júbilo.

Por Enrique Sánchez Hernani


-¿Para qué seguir escribiendo poesía? ¿Qué utilidad tiene?
-Ninguna, la poesía no tiene ninguna utilidad. Es lo mismo que digo sobre las cosas importantes de la vida. Como dice la canción de Serrat, hay cosas que tienen valor pero no tienen precio.

-¿Qué produce en ti escribirla, sosiego?
-No me sosiega en lo más mínimo, es un infierno. La poesía es como la imagen de la orilla. La orilla es el límite, el lugar al que se llega y de donde se parte, un lugar de descanso y reposo, pero al mismo tiempo de mucha turbulencia.

-¿Cuándo escribes poesía estás permanentemente intranquila?
-Se pasa a través de diversos estadios. Hay poemas, que en situaciones extraordinarias, te salen de un tirón, pero son los menos. La poesía es un proceso: viene la inspiración, se va, regresa, y a veces terminas botando el poema a la basura. En ese proceso hay momentos de mucha alegría, de una gran euforia, es una alegría que no se parece a nada. La asocio a la alegría que te produce el erotismo, el enamoramiento. Pero luego vienen momentos de de desasosiego porque sientes que tienes que estar a la altura de eso que se te está dando de manera restringida, que se va a evaporar en cualquier momento.

-Jorge Pimentel me dijo alguna vez que la poesía nunca miente. ¿A ti te ha tocado mentir alguna vez?
-Jorge Pimentel se ha robado esa frase de mí (risas). Yo vengo diciendo hace muchos años que la poesía no puede mentir. Por lo que estoy totalmente de acuerdo con Jorge o él está plenamente de acuerdo conmigo.

-Tú has escrito algunos poemas con cierta intensidad amorosa y erótica. ¿Eso ha causado los celos de alguien?
-Muy a menudo.

-¿Y cómo lo manejaste?
-Muy inteligentemente (risas)

-¿Has perdido amigos por ello?
-Me cuesta hablar de las experiencias personales en las que están basados algunos poemas porque la poesía no es ficción; la narrativa sí es ficción.

-¿Sueles resistirte a publicar por temor a que los lectores descubran algo muy intenso sobre ti?
-Me ha pasado todo lo contrario. La poesía te obliga a ser testigo de ti mismo y a denunciarte permanentemente. He escrito cosas denunciando hechos, y esa escritura me ha causado alivio, bienestar. Me hace bien nombrar las cosas en el poema.

-¿Tú también escribes para que te quieran?
-Pero si todo el mundo me quiere ya (risas).

-Los poetas varones suelen usar su poesía para seducir. ¿Tú lo has intentado alguna vez?
-Todos, a nuestra particular manera, somos seductores. Si tienes alguna posibilidad de seducir con la palabra, sería tonto desperdiciar esa oportunidad. Me imagino que alguna vez, conciente o inconcientemente lo he hecho.

-¿Y qué tal te ha ido?
-La verdad es que no lo sé. Porque si alguna vez algún hombre se me ha acercado respondiendo a esa seducción, yo no me he enterado. Si dio resultados, qué bien.

-¿Actualmente hay diferencias entre la poesía escrita por hombres y mujeres?
-Nunca tengo una buena respuesta para esa pregunta. Me da un poco de cólera, no sé por qué. Me gustaría que la poesía no tuviese género. Pero hombres y mujeres sí escribimos diferentemente porque tenemos cosas distintas que decir.

-¿Tú eliges tus temas poéticos o vienen a ti como una iluminación?
-Yo creo en la inspiración. Sé que hay gente que piensa que es una estupidez, que todo es trabajo. Cierto, hay que trabajar mucho. Como decía Martín Adán, a quien acusaron alguna vez de escribir en estado alcohólico: "escribo sobrio y atento a la gramática". A diferencia de la narrativa, donde te puedes sentar ocho horas diarias a escribir, yo no pienso que un poeta deba sentarse ocho horas frente a la computadora a escribir poesía.

-¿Tomas notas en la calle?
-Todo el tiempo. Lo clásico es anotar en las servilletas de los restaurantes, pero eso lo hacen todos. También sirven los boletos, cuando te los daban más a menudo en los micros. Es que hay momentos en que te urge la necesidad de escribir esa palabra, que si no se te olvida. También me ha pasado que he tenido que levantarme en medio de la noche, en medio de un sueño, y que si no escribes esa idea, se te va a olvidar.

-¿A qué poetas relees?
-Mi gran amor es Emily Dickinson, que me da sosiego pese a que debió tener una vida difícil. Luego Paul Celan, sobre todo por el poder de síntesis y por su ternura, aunque su poesía es muy dolorosa. Tú miras una foto de Celan y sus ojos son como los de un niño, a pesar de la ida tan absurdamente dolorosa que tuvo. Y acabo de descubrir a Adela Prado, una poeta portuguesa que no conocía.

-¿Y peruanos?
-A Blanca Varela la releo con más admiración, me gusta más que antes.

-Como mujer, ¿cómo te sientes al llegar a la plenitud de tu vida tan guapa, tan cordial, tan inteligente?
-Gracias por halagarme. Me siento muy bien (risas). Me siento desconcertada y un poco asustada porque yo pensaba que la belleza sumada a la juventud espanta; nunca supuse que a los 50 años la belleza seguiría asustando. Yo siempre he sido tímida, nunca me he pensado como una persona bella, pero me asumo una mujer atractiva.

-¿Y por qué dices que la belleza espanta? ¿Te ha ocurrido?
-Me ocurre todo el tiempo y no hay como remediarlo. Se me acercan algunos hombres, felizmente no tanto las mujeres pues tengo amigas maravillosas, y después del hola inicial salen corriendo, como lo manifiesto en mi libro.

-¿Eso te ha llevado a hacer de la soledad un comportamiento cerrado?
-Hay una diferencia entre estar solo y ser solitario. Yo soy una persona solitaria, lo disfruto mucho, vivo sola, y no puedo concebir mi vida de otra manera, pero no me siento sola. Estoy rodeada de personas que me aman y a las que amo.

-¿Qué te alegra?
-Despertarme y ver el mar por mi ventana, ver cuando mi hijo sonríe por alguna razón, recibir alguna llamada de un buen amigo y saber que está bien; me alegra escribir un buen poema.

-Y, en cambio, ¿qué te entristece?
-Casi todo (risas).

-¿Tan deprimente es la vida?
-Es que no hay que confundir la melancolía con la depresión. La melancolía es la dicha de estar triste. La melancolía es un estado contemplativo admirable, recomendable. Yo soy sumamente contemplativa y no es que me deprima. Tengo una mezcla de melancolía con ternura, a pesar de mi personalidad aparentemente autosuficiente. Soy sumamente vulnerable y sensible.

-¿Por qué a una mujer guapa e inteligente como tú, además de poeta, le resulta difícil hallar pareja?
-Porque los hombres están pasando por un momento muy difícil, no quieren complicarse la vida porque ya la tienen bastante complicada. Quién va a querer una mujer que los haga pensar, sentir. Mi compañía produce eso en muchos momentos, pero nadie lo quiere. Lo que los hombres quieren es sosiego (risas). Pero yo no inspiro mucho eso.

-¿Qué es lo que más esperas ahora de la vida?
-Para el 2008, mucho sexo (risas). ¿Qué espero de la vida? Algo muy simple: alegría. He redescubierto la alegría. Siempre hablé de placer, emociones, intensidad, pero la alegría es una emoción muy particular que bien vivida es sublime. Sí, quiero alegría.

Sunday, January 06, 2008

Concurso de cuento "2008 palabras"


Editora Mesa Redonda, conjuntamente con Starbucks Coffee y Zeta Bookstore, da a conocer las bases para el concurso de cuento 2008 palabras.
Este concurso, en su edición anterior, recibió un total de 1687 cuentos y premió al primer puesto con $ 1000, al segundo con $ 500 y al tercero con $ 200.
Las bases para el concurso de cuento 2008 palabras se encuentran en http://www.2008palabras.blogspot.com/ y para cualquier consulta pueden escribir a 2008palabras@gmail.com.

Saturday, January 05, 2008

HighWay — Ruta número 9, en Somos

Revista Somos.
Sábado 05 de enero de 2008.

Ruta número 9

Marcela Robles presenta HighWay (Mesa Redonda, 2007), trepidante viaje poético donde el lector es el copiloto.

Hace cosa de tres años, Marcela Robles cayó en la cuenta de que esos poemas que venían acumulándose en su escritorio seguían un camino común, una estructura que podía llevarlos a convertirse en su noveno libro. Ese fue el punto de partida de HighWay (Mesa Redonda, 2007), el volumen que la escritora ha presentado con éxito en diciembre —solo el día de la presentación 70 ejemplares, algo inédito para un libro de poesía—, y que también viene recibiendo entusiastas elogios. La autora, empero, confiesa que su publicación ha sido una empresa más que difícil, que incluso le hizo cuestionar su talento para el verso. "Es una típica anécdota nuestra: nadie quería publicarlo, y sin embargo, con esa 'diplomacia' limeña, nadie me explicaba muy bien por qué. Y ahora dicen que es el mejor libro que he hecho. A veces somos miopes los limeños, quizás porque somos un poco provincianos". HighWay, que ya está en librerías, es una invitación a encarar la carretera con los cinturones desabrochados —como refiere Gabriela Wiener en la contratapa—. La autora sugiere, además, reclamar un frasquito de adrenalina.
(jo/Foto: Flor Ruiz).