Thursday, March 30, 2006

El mascarón de proa. José Güich Rodríguez.


Entre las decenas de derivaciones por las que ha transitado el cuento desde que Edgard Allan Poe lo acuñará como género, no ha sido la fantástica la más frecuente entre los escritores latinoamericanos. Más comunes son las narraciones con sorpresas de la vida cotidiana, los planteamientos de filosofía profunda en forma de acertijo, el interiorismo, la historia o la psicología sobre las rodillas, que en muchos casos se sentirían mejor dentro de una novela o un ensayo. Pero lo fantástico, después de haberlo reinventado Borges, encontró su medida exacta: el cuento, estuche portátil de lo inexplicable.
El mascarón de proa, más que un acercamiento a lo fantástico, es una construcción completa, cimentada desde dentro, demostrando que José Güich Rodríguez explora desde hace tiempo la faceta desconocida de la realidad, y que su sorprendente imaginación ha encontrado la vía de desarrollo en una laboriosa arquitectura literaria.
Las situaciones de cada uno de estos cuentos, tan diversos entre sí, comparten el factor de un momento inusitado –un futuro que se volvió pasado sin pasar por aquí– en que los planos se intercambian y se transforman, generando una sorpresa cómplice y angustiada. El suspenso es una banda elástica que mantiene sujeta la atención del lector hasta llegar a desenlaces que cierran el relato pero no la posibilidad de que eso terrible suceda fuera del libro.
Carlos Maza

Sunday, March 26, 2006

Manía. Eduardo Lores La Rosa.

Cuando la palabra se vuelve transparencia y lo vivido emerge nítido como la imagen reflejada sobre la superficie de las aguas que acaban de recuperar su quietud original, algo nos reconcilia con la vida. Un sentimiento de fraternidad nos ilumina y nos cobija: así la poesía de Eduardo Lores La Rosa.
Martha Canfield.


Sorprende y no sorprende la tercera entrega poética de este comunicador cuya lira exige con razón ser mejor valorada. Sorprende por la tenue sabiduría que exudan sus versos contenidos, por la facilidad con que plasma una idea poética en apenas unas líneas: “Tentado por la inmensa/ belleza del mal/ intento preservar la ingenuidad/ del que no acepta su reino”. No sorprende si reparamos en que el autor es filósofo, y amante fiel de la poesía. Palmas adicionales para las ilustraciones que dialogan con los poemas y la exquisita edición de una editorial nueva y con proyección.
Víctor Coral. Diario El Comercio, revista Somos, 05/11/2005.

Después de casi diez años de silencio poético, Eduardo Lores La Rosa regresa con un libro de corte lúdico. Tema recurrente en sus más de setenta páginas es el mar, la playa y el ambiente de solaz que se genera a su alrededor. Con tono nostálgico se alude a lugares que van desde la sureña playa de Bujama, el café Haití o el cañón del Colca hasta París y el bohemio distrito de Barranco.
También se encuentran en Manía algunos poemas dedicados a temas diversos como la muerte, el idioma y la literatura, pero que no explora con mayor holgura. Acompaña a la edición una serie de dibujos del propio autor que grafican varios de los versos.
Eduardo Lores La Rosa ha publicado anteriormente Asspetando (Florencia, 1978), Cuello de azafrán (Lima, 1996). Tiene en su haber varias exposiciones en galerías nacionales y del extranjero. Actualmente se desempeña como catedrático de la Facultad de Comunicaciones de la PUCP.
Giancarlo Stagnaro. Diario El Peruano, suplemento Identidades, 06/02/2006.